domingo, 20 de octubre de 2013

Sensualidades culinarias

Las manos siempre limpias, eso es esencial: no querrás que otros sabores contaminen el tesoro en el vas a emplear tus dedos, ¿verdad?
 
  Si el fruto es bueno y si su carne voluptuosa y dulce está en su momento, sólo con presionar firme en el punto justo, conseguirás que se te abra generoso. También puedes usar, con suavidad, la uña, raspando delicadamente su piel.
 
  Una vez que se te ha abierto, y con el hueso fuera, has de manipularlo con cuidado y abrirlo todo lo que se deje. Pero sin forzar. No hay prisa.
 
  Tampoco la hay para untar su interior con una aplicación cuidadosa, paciente, con mimo, repartiendo de forma uniforme, llenándolo todo para conseguir el máximo contraste de sabores: la suavidad dulce del dátil contra el carácter fuerte del queso para untar.
 
  Y por último la almendra, plantada y medio hundida en mitad de la suavidad blanca de queso que rebosa dentro del dátil, como un clítoris desvergonzado que asoma entre unos labios abiertos y carnosos.
 
  Degústalo sin prisas.

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