ESCENA 1
PERSONAJES EN ORDEN DE APARICIÓN:
Asistente de la alcaldesa: A la sombra de un político.
Sargento Aguirre: Las abnegadas fuerzas del orden.
Asesor: Nunca para de pensar. Tiene muchos primos.
PERSONAJES EN ORDEN DE APARICIÓN:
Voz exterior: Quien avisa de los males.
Alcaldesa: La que más manda.Asistente de la alcaldesa: A la sombra de un político.
Sargento Aguirre: Las abnegadas fuerzas del orden.
Asesor: Nunca para de pensar. Tiene muchos primos.
La alcaldía de una ciudad cualquiera con muchas palmeras cerca de la costa del Mediterráneo. Es el 3 de agosto del año dos
mil y pico. En su escritorio, junto a la ventana y bajo el aparato
del aire acondicionado, la primera edil, acalorada, lee unos informes.
De repente se escucha mucho ruido en la calle y algunos gritos.
VOZ
EXTERIOR: ¡Árbol
vaaaaaaaaaaaa!
Se
escucha un fuerte estruendo y cristales que se rompen sobre la cabeza de la primera testa municipal. Grita con ímpetu de autorizada autoridad.
ALCALDESA:
¡Ay! ¡Por Dios, qué susto! ¡Socorro! ¡Socorro!
Se
abre una puerta
ASISTENTE:
¡Señora Alcaldesa, señora alcaldesa! ¿Está usted bien? ¿Qué ha
pasado?
ALCALDESA:
¡Ay Mariano! ¡Qué miedo! ¡Qué vienen a por mí los de la ETA!
ASISTENTE:
¿La ETA Señora Alcaldesa? Ummm… Pero si es sólo una palmera que
ha caído sobre su ventana.
ALCALDESA:
Sí y habrán sido esos indignados de la plaza, adiestrados por la
ETA, ¡seguro Mariano, que no ves lo evidente! Como se nota que has ido a dar con tus huesos donde estás ahora y que sin embargo yo estoy en este despacho. Venga, llama ya a la Policía.
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
Sale cerrando la puerta a su paso.
ALCALDESA:
¡Ay, qué susto! ¡Estoy en peligro! ¡Qué horror dios mío!
Se
abre la puerta.
ASISTENTE:
¡Señora Alcaldesa! Ya está aquí la sargento Aguirre. Ella lo ha
visto todo.
ALCALDESA:
¡Qué bien que está usted aquí sargento Aguirre!
SARGENTO
AGUIRRE: Sus
órdenes, señora alcaldesa.
ALCALDESA:
¡Dígame sargento! ¿Los ha visto? ¿Han escapado?
SARGENTO
AGUIRRE:
¿Quiénes, señora alcaldesa?
ALCALDESA:
Los terroristas, los perroflautas que han atentado contra mi vida…
SARGENTO
AGUIRRE: No ha
habido tal atentado, señora alcaldesa.
ALCALDESA:
¿Y esto que ha entrado por mi ventana?
SARGENTO
AGUIRRE: Una
palmera, señora alcaldesa.
ASISTENTE:
¿Lo ve, señora alcaldesa?
ALCALDESA:
¡Tú a callar Mariano! Deja que hable la sargento Aguirre
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
SARGENTO
AGUIRRE: Pues
eso mismo, señora Alcaldesa: una palmera. Tengo aquí los informes
de Parques y Jardines alertando del estado de las palmeras de la
plaza, donde la plaga del picudo rojo es más virulenta.
ALCALDESA:
¡Esos rojos! ¡No podían ser otros!
ASISTENTE:
Seguro que los han traído los perroflautas, camuflados en sus
rastas, señora alcaldesa.
ALCALDESA:
¡Por Dios, qué asco, Mariano!
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
ALCALDESA:
¿Y qué hacemos con esto? Seguro que los medios de comunicación
querrán hacer sangre. ¡Malvados!
ASISTENTE: ¡Todos rojos señora alcaldesa!
VOZ
EXTERIOR: ¡Árbol
vaaaaaaaaaaaa!
Se
escucha un fuerte estruendo en la calle
SARGENTO
AGUIRRE: Otra
más.
ASISTENTE:
(Gritando
por la ventana)
¡Qué no es un árbol atontao, sino una palmera!
ALCALDESA:
¡Por Dios, Mariano! No des voces, que me produces jaqueca.
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
ALCALDESA:
¡Necesito a mis asesores, rápido!
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
Sale raudo.
ALCALDESA:
Y usted, sargento Aguirre, ¿se le ocurre algo?
SARGENTO
AGUIRRE:
Acordonar la zona, señora alcaldesa, detener a todos los picudos, a
todos los rojos y a todos los que lleven rastas.
ALCALDESA:
Pues proceda, sargento Aguirre, proceda.
SARGENTO
AGUIRRE: Sus
órdenes, señora alcaldesa.
Sale del despacho al mismo tiempo que entra el asistente acompañado de un asesor.
ALCALDESA:
¿El de guardia? ¿Y los demás?
ASESOR:
En el golf, señora alcaldesa.
ALCALDESA:
¿El golf? ¿Cómo es posible? ¿Qué hacen allí?
ASESOR:
Asesorar a los concejales, señora alcaldesa. Enseñándoles qué
palos han de usar…
ASISTENTE:
¡Un palo, un palo, un palo, es un palo!
ALCALDESA:
Mariano, ¡haz el favor, por Dios! Vale de tonterías.
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
ALCALDESA:
A ver usted, el asesor, ¿entonces mis concejales me han dejado aquí
sola en el Ayuntamiento?
ASESOR:
Sí, pero se han ido con los de la oposición, está usted segura,
señora Alcaldesa.
ALCALDESA:
¡Esos terroristas! Mientras más lejos mejor, aunque sea jugando al
golf. Pero a lo que vamos…
VOZ
EXTERIOR: ¡Árbol
vaaaaaaaaaaaa!
Se
escucha de nuevo un fuerte estruendo en la calle.
ASISTENTE:
(Gritando
por la ventana)
¡Qué no es un árbol atontao, sino una palmera!
ALCALDESA:
¡Por Dios, Mariano! ¡Que te calles!
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
ALCALDESA:
¿Qué hacemos con este desastre?
ASESOR:
¿Desastre? No, señora alcaldesa, veámoslo como una oportunidad.
Podremos hacer más campos de golf en el espacio que dejen libres las
palmeras. ¡Si tenemos muchas!
ALCALDESA:
¡Qué buena idea! Para que luego critiquen a los asesores…
ASISTENTE:
Eso son los de la oposición, señora Alcaldesa.
ASISTENTE: ¡Los rojos, señora alcaldesa!
ASISTENTE: Usted ni caso. Lo que tenemos que hacer es dejar que sigan cayendo.
ASISTENTE: ¡Los rojos, señora alcaldesa!
ASISTENTE: Usted ni caso. Lo que tenemos que hacer es dejar que sigan cayendo.
ALCALDESA:
Pero ya he pedido a la sargento Aguirre que detenga a todos los
picudos rojos.
ASISTENTE:
Tranquila señora alcaldesa, así el pueblo, que tanto la quiere, pensará que usted
toma las enérgicas medidas necesarias para acabar con el problema.
Pero ojo, que no los detenga a todos.
ALCALDESA:
¿Y si alguna palmera pilla a alguien al caer?
ASISTENTE:
Esta todo pensado, señora Alcaldesa, un primo mío tiene una fábrica
de cascos para la cabeza y estaría encantado de proteger a todos los
vecinos por un precio razonable. Y la correspondiente comisión en el discreto número de cuenta que usted ya sabe...
ALCALDESA:
¿Y si se siguen quejando?
ASISTENTE:
Desviaremos la atención haciendo del problema una atracción:
Organizaremos el concurso: ¡La palmera del mes!
ALCALDESA:
¿La palmera del mes?
ASISTENTE:
Sí, una porra para que la gente adivine dónde caerá la palmera más
alta ese mes.
ALCALDESA:
Pero no tenemos un duro para premios de porras.
ASISTENTE:
De nuevo, todo pensado, señora alcaldesa. Con el dinero de la porra
vamos recaudando algo para los futuros campos de golf. Y como premio,
tengo otro primo que construye apartamentos en vigesimoquinta línea
de playa en Santa Paula.
ALCALDESA:
Pero Santa Paula es otro pueblo.
ASISTENTE:
Les declaramos la guerra y los conquistamos, señora alcaldesa. Así
uniremos a todos los vecinos contra esos extranjeros terroristas de
Santa Paula.
ASISTENTE:
¡A por ellos, ooooeeeee!
ALCALDESA:
¡Por Dios, Mariano! ¡Ya está bien!
ASISTENTE:
¡Sus órdenes, señora alcaldesa!
ASESOR:
¿Ve usted señora alcaldesa? Ahí tiene usted un ejemplo: no se puede frenar el ímpetu de
nuestros conciudadanos. ¡Conquistemos Santa Paula! ¡Son ellos
quienes han traído el picudo rojo!
ALCALDESA:
¡Sí, hay que vengarse! Les llenaremos el término municipal de
campos de golf, ya está bien de tanta salina y tanta charca con
mosquitos.
ASISTENTE:
¡A por ellos, ooooeeeee!
ALCALDESA:
Excelente.
VOZ
EXTERIOR: ¡Árbol
vaaaaaaaaaaaa!
De nuevo, un fuerte estruendo en la calle.
ASISTENTE:
(Gritando
por la ventana)
Qué no es un árbol atontao, sino una palmera
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