Yo
mismo soy un accidente, bueno, lo fui. Actualmente tengo la constancia de que
soy una persona, pero hace unos veinticinco años fui un accidente en el asiento
trasero de un Renault 8 en el Camino del Pantano. Ustedes
pensarán entonces que mis padres se casaron de penalti, pero yo prefiero decir
que fue de falta directa. Les explicaré el motivo: Desde antes de mi
nacimiento, mi vida ha estado muy relacionada con los accidentes, que al fin y
al cabo no son más que una expresión del equilibrio del Universo conocido, y
algunas esquinas del desconocido. Esto me lo explicó mi bisabuela aquella fría
tarde de noviembre del 76 en el asiento del Renault
8. Mientras mis padres me engendraban
sin saberlo, mi bisabuela me contó como ella, esa mañana había hecho su último
viaje, ya muerta, en el asiento trasero de aquel Renault 8 desde Elche hasta su casa en la huerta de Murcia.
Mientras
contemplábamos a mis padres ella me explicó aquel viaje y que su muerte, aunque
nadie lo supo, fue un accidente. Por tanto, para que existiera equilibrio en el
Universo conocido, y parte del otro también, hacía falta un nuevo accidente
doméstico para contrarrestar el efecto del primero. Ya sé que un accidente
doméstico no tiene nada que ver con un exceso de fogosidad - aquí el lector
podrá comprobar que me gustan los eufemismos -, pero la legislación vigente en
el 76 en aquella materia era algo ambigua y se prestaba a confusión, ustedes ya
me comprenden. Así que la boda consecuente no fue un penalti, me gusta más el
concepto de falta directa, y si entra por la escuadra es ya algo sublime.
Desde
entonces, es decir, toda mi vida, los accidentes en los que he intervenido han
sido consecuencia o causa de algún otro acontecimiento histórico, como por
ejemplo un desagradable episodio que tuve con unos cubitos de hielo, un
microondas en mal estado y un cura del Opus; que fue la causa del hundimiento
del Titanic. Sí, sí, no se extrañen,
el pasado puede ser consecuencia de acontecimientos del presente o del futuro,
el efecto mariposa tiene también una componente retrotemporal multicapa del
tipo efecto lasaña. Claro, ustedes no han tenido una bisabuela que se lo
explicara en el momento de ser engendrados en el asiento trasero de un Renault 8, color azul celeste, por
cierto. El Universo conocido, y parte del tal y tal, es como un encaje de
bolillos muy complicado, pero conociendo unas variables se pueden llegar a
saber las relaciones que lo mueven, y si no, lean a Demócrito.
Valencia,
mayo de 2002
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