lunes, 23 de septiembre de 2013

Crítica literaria: "HISTORIAS MUERTAS"

HISTORIAS MUERTAS, de Fran Mateu
 
 


Éste es el último libro que he leído, Historias muertas, la primera aventura editorial del ilicitano Fran Mateu. Se trata de una colección de relatos macabros en los que el nexo de unión entre todos ellos es la muerte.
 
Sin duda, y tras ver el primer cortometraje dirigido por el mismo Mateu, corto del que este libro coge el nombre (Historia muerta, 2011), no me cabe duda de que la mente de Fran Mateu es un laberinto oscuro, sinuoso y tortuoso donde acechan mil terrores, sangre, miedos, vísceras y venganzas. Pero no sólo eso, también hay hueco para que alumbre una mínima esperanza en la justicia, también hay cine, garitos oscuros y canallas, y mucha acción.
 
Mientras leía estas Historias muertas he visto cómo su autor visualizaba la historia en un tiempo cinematográfico. Eso se ve perfectamente en los callejones sombríos de La brigada del bastón o en la claustrofóbica soledad del soldado de Búnker 3.03.38; también brilla la acción casi frenética de Mentes dementes y ciertos tramos de La condesa De Lorre. No me extrañaría que las historias que conforman esta colección de relatos estén luchado en la cabeza de Fran Mateu por cobrar movimiento y saltar a la pantalla del cine.
 
Por ahora están encerradas en estas Historias muertas, mostrándonos que su autor sabe, no sólo de cine, sino de cine de terror, y eso nos lo dice sutilmente, y con cierta ironía, en los "Qué típico" que de vez en cuando va soltando la protagonista de Un regalo para Halloween, donde Fran Mateu se ríe de lo obvio, de lo trivial (como muy bien nos dice en el subtítulo del relato).
 
Hablando de lo trivial, no puedo dejar de hablar de cosas que quizá pudieran parecerlo pero que no lo son y que desafortunadamente lastran un tanto el libro, pero no sólo éste. Últimamente he leído varios libros en los que por desgracia se nota la falta de un editor que tutele al autor novel (a mí mismo me ha pasado), un editor que aconseje no sólo en la maquetación, sino en la ortotipografía y la corrección de estilo. Cuando releemos lo que hemos escrito nosotros mismos, seguimos leyendo lo que queríamos escribir y no lo que realmente hemos escrito; por eso es necesario que unos terceros ojos experimentados relean y pulan ciertas cosas que los que escribimos no somos capaces de ver, cegados por la idea de lo que queríamos escribir (como la proliferación de adjetivos precediendo al sustantivo en lugares donde la agilidad de lectura aconseja que vayan detrás, por poner un caso del que pecamos mucho los que escribimos). Repito que esto lo he visto demasiado en los últimos libros que he leído, y que incluso me ha pasado a mí con mi segundo libro, donde la labor del editor no fue más que ejecutoria, sin ninguna intervención literaria. Y esto es signo de que los escritores nos tenemos que batir el cobre para sacar nuestras historias a la luz, sumergirnos en la aventura de la edición low cost, recurso al que hemos de ir a morir quienes no tenemos padrino.
 
Pero dejando de lado estos detalles que sólo la experiencia o el dinero corrigen, he de aplaudir a Fran Mateu por tener las ideas fantásticas y oscuras que tiene, por su capacidad de viajar por diferentes escenarios, épocas y estilos sin amedrentarse en ningún momento, con el desparpajo de quien sabe que tiene algo que contar y lo mismo puede hacerlo en otro tiempo y otro lugar, o bien en el presente y con unas localizaciones bien reconocibles.
 
No dejéis de leer y sobrecogeros con las terribles Historias muertas.
 
 

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