lunes, 29 de julio de 2013

VIAJES: Breve e incompleto listado de libros viajeros

  Podríamos partir de la premisa de que "todo libro es un viaje", y bien cierto que es: mis primero viajes literarios fueron con Julio Verne al cono sur, tras los pasos de Los hijos del capitán Grant y siguiendo luego a Miguel Strogoff, el correo del zar, por las estepas rusas camino de Irkustk.
 
  Sin embargo, aprovechando que el verano está en pleno apogeo y que ésta es una de las épocas del año en las que, aprovechando las vacaciones, más se viaja; hablaré de viajes literarios por partida doble. Quiero daros un pequeño e incompleto listado de libros de viajes improbables, relatos de viajeros, de gentes que hicieron grandes rutas, imaginadas o reales, y de cuya lectura podemos sacar muchas lecciones de lo que es un viaje. Para viajar leyendo libros de viajes, dándole una vuelta de tuerca a la premisa del principio.
 
  Sin duda, y con el bagaje que tengo gracias al Rally Mongol, he de empezar hablando de Asia Central, la calle principal de los primeros "viajes organizados" de la Humanidad: las expediciones comerciales y caravaneras de la Ruta de la Seda, algunos de cuyos caminos transité en 2011.
 
  Por eso, el primer libro de viajes que os cito no puede ser otro que El libro de las maravillas del croata-veneciano Maro Polo.
 
La colección Tus libros de Anaya es para mí una de las mejores y más didácticas
 
  Se trata de un compendio comercial, diplomático, cultural y etnográfico de las tierras atravesadas por Marco Polo en sus viajes, conectando el mundo cristiano medieval con la civilización nómada de los tártaros, de cuyo emperador, el Gran Khan, llega a ser enviado diplomático.
 
Imaginar que ya no se pueden hacer viajes de ese calibre y con ese significado (a no ser que los extraterrestres nos lleven a otro planeta) me produce un gran desconsuelo.

Incluso Cristóbal Colón tenía una copia del libro de Marco Polo.
 
  Siglo y medio después, y siguiendo los pasos del mercader y diplomático veneciano tras el Gran Khan, tenemos a Ruy González de Clavijo y su Embajada a Tamorlán.
 
 
  
   Es la narración del viaje que inició en 1403 el madrileño Ruy González de Clavijo para intentar establecer una relación diplomática con los mongoles y aliarse con éstos contra los otomanos que amenazaban a Europa en los Balcanes.

La ruta de Clavijo hasta Samarcanda, con la que nos cruzamos, o seguimos, durante nuestro viaje a Mongolia en 2011.

 
  Clavijo, en su narración, nos cuenta las impresiones que recibe de ciudades mediterráneas, de la mítica Bizancio, donde pasa el invierno de 1404 esperando mejores condiciones para navegar por el mar Negro; nos narra las inseguridades de las tierras donde cada reyezuelo o mercenario impone sus normas a los comerciantes, los horrores del desierto en Irán y Afganistán, las diferencias religiosas dentro del cristianismo, la corte exuberante de Tamerlán, sus dificultades en los recibimientos que le ofrecían debido a su condición de abstemio... En resumidas cuentas, una crónica detallada y asombrada de lo que le iba saliendo por el camino a este primer gran viajero castellano.


Mientras Pau juega con unos niños mongoles en la frontera con Rusia en Tashanta, podéis ver en la guantera de la ambulancia como asoma la Embajada a Tamorlán, que nos acompañó en el viaje.
 
 
  
Más reciente, tenemos Tierra de hombres, de Antoine de Sain Exupéry. El autor de El principito nos cuenta en este libro sus experiencias vitales y sus impresiones del mundo en el que vive a partir de una accidente que sufrió en 1935 en el desierto de Libia cuando volaba entre París y Saigón tratando de establecer un récord de navegación aérea.
 


  Otro viajero incansable en Asia Central fue el sueco Sven Hedin, a quien los Aventureros solidarios no descartamos emular en el futuro (sólo en su vertiente viajera, ojo)
 
 Los viajes del sueco. Ni Marco Polo
 
  Algunos de sus libros de viajes son A través de Asia (1898), La conquista del Tíbet (1935) y Mi vida como explorador (1926), donde relata las expediciones que hizo en aquella difícil región, en lo geográfico y lo geopolítico, donde los imperios rusos, chino y británico chocaban por hacerse con el control del corazón de Asia (la guerra de Afganistán no es más que una continuación de la que ya mantuvieron los británicos en el siglo XIX y en las que empiezan las andanzas del doctor Watson en las aventuras de Sherlock Holmes), y donde cualquier extraño podía ser un espía del enemigo en aquellos valles perdidos y esas llanuras interminables.

Si no creéis lo de los espías en la estepa, leed las aventuras de Miguel Strogoff, de Julio Verne. Disfrutaréis atravesando los Urales bajo la tormenta, haciendo equilibrios en los hielos del lago Baikal o enviando telegramas desde una estación telegráfica perdida en mitad de la estepa.
 
También en esta región podéis leer Viaje a Oxiana de Robert Byron, que nos cuenta cómo en los años 30 del siglo XX busco los orígenes de la arquitectura islámica.


 
Y terminando ya con Asia Central, deberíais leer a Freya Stark, una viajera y aventurera británica que en el primer tercio del siglo XX buscó en las montañas al sur del Caspio (el actual Irán) el valle de los Asesinos, Valley of the Assassins, una secta del Islam que pervivió durante siglos en esa región escondida del mundo gracias a la política de asesinatos selectivos que mantenían para continuar en su puesto. Si sois lectores y/o seguidores de Juego de tronos, seguro que podéis sacar la relación del nombre de esta exploradora con dos de las casas de los Siete Reinos. Y si lo relacionáis con el título del libro y la forma de perpetuarse de los Assassins... Os podría fastidiar con un spoiler de la serie... Pero eso es otra historia.

Los Frey, los Stark, asesinatos...
 


Cambiamos de continente y nos vamos a África, para hablaros de dos norteamericanos locos que en 1936 atravesaron África desde Lagos (Nigeria, golfo de Guinea) hasta el mar Rojo, al este.
 
 
En sidecar.
 
 
Decidieron hacerlo porque cuando el barco en el que viajaban hacia la India hizo escala en Lagos, escucharon la historia de alguien que acababa de llegar desde el otro lado del continente en coche. Y ellos preguntaron "¿En moto lo ha hecho alguien esto de atravesar África? ¿No? Pues lo hacemos nosotros".
 
Eran James C. Wilson y Francis Flood, y las pasaron canutas en desiertos y pantanos, pero disfrutaron de un África amable que empezaba a ser conocida, pasaron la Nochebuena y Nochevieja con regimientos coloniales franceses, y eran esperados, gracias al telégrafo o a caravaneros, en cada pueblo por el que pasaban.
 
Contaron su aventura en el libro Three-wheeling through Africa. Algún día me gustaría seguir sus pasos.
 


Si os gustan los largos viajes en moto, podéis buscar inspiración en esta lista, o seguir los pasos de Miquel Silvestre, leyendo Un millón de piedras. En este libro, Silvestre nos habla de su viaje por África en moto, las impresiones de esa experiencia: el camino, un continente inmensamente diferente, sus gentes y él. Y si le seguís la pista descubriréis que con sus viajes en moto intenta rescatar del olvido a exploradores olvidados, viajeros y aventureros del pasado, que como Ruy González de Clavijo, se vieron en los confines de su mundo.
 
 
 
 
 
Como os dije al principio, todo libro es un viaje, pero en estos libros hay muchos viajes. ¿Cuál es el vuestro?
 


 
 

2 comentarios:

  1. Deliciosa entrada, que da ganas no sólo de leerse muchos de los libros citados, sino de emular a sus autores. ¿Para cuándo te atreves con un libro de tus viajes?

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  2. Tengo un par en la cabeza. He de parirlos...

    ¡Muchas gracias por el comentario!

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