sábado, 29 de junio de 2013

Summertime

29 de junio: San Pedro y San Pablo, fecha que me rememora el verdadero inicio del verano.
 
Mi abuelo materno se llamaba Pedro, y como él uno de mis tíos y dos de mis primos; y eso significaba que la familia se juntaba a celebrarlo en la casa de campo de mis tíos en Crevillente. Generalmente de noche, disfrutando del largo atardecer del comienzo del verano, con el sol ya escondido más allá de la sierra de Callosa, quizá un baño con mis primos en las aguas verdosas y con arañas muertas de la balsa de riego, el conejo al ajillo que preparaba mi tío Antonio (conejos de sus propio corral), las morcillas que traía mi tío Pedro desde su carnicería en Orihuela, las extrañas espirales verdes quemándose en el suelo para ahuyentar a los mosquitos, el olor a Aután y el cielo abierto, con las estrellas brillando libres del alumbrado público de la ciudad.
 
Alguna vez esa cena familiar en el campo era justo después de algún festival infantil de final de curso, en mi colegio o en el de mis hermanos; el punto de inflexión entre el fin del curso y el comienzo del verano. Por eso, esta fecha del 29 de junio, nunca dejará de ir asociada en mi recuerdo a la alegría infinita del comienzo de verano, de la piscina, la playa, alguna acampada, ninguna obligación escolar, no tener que madrugar... En definitiva: Tiempo de verano. que quedaba completamente asentado cuando dos semanas más tarde celebrábamos la Virgen del Carmen en honor a la abuela, mis tías y una prima; o incluso íbamos a Santa Pola en la primera noche de helados por su paseo marítimo.
 
Felicidades, Pedros y Pablos, mis "heraldos del verano"  ;-)

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